En su obra "The Post-Capitalist Society", Peter F. Drucker nos explicaba como a lo largo de la Historia, cada cierto periodo de tiempo (aproximadamente doscientos años) se produce una gran transformación que afecta el modelo de sociedad. En el siglo XIII se produjo en Europa una de esas transformaciones, cuando repentinamente la población comenzó a aglutinarse en grandes ciudades. En el siglo XV y principios del XVI, la invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg así como la Reforma Protestante de Martín Lutero cambiaron los mecanismos de control de la sociedad y con ello los ejes de poder. Doscientos años después se produce la Revolución Francesa, el invento del motor de vapor de James Watt y la publicación del libro "The Nature and Causes of the Wealth of Nations" de Adam Smith. Con ello vuelven a cambiar los paradigmas de la sociedad y aparecen los nuevos "ismos" (capitalismo, comunismo, liberalismo, etc.).
Las postrimerías del siglo XX y los albores del XXI ven como el fenómeno se repite. La crisis actual no es otra cosa que parte del mismo proceso de cambio de paradigmas que cíclicamente se ha venido repitiendo a lo largo de la historia. Dado este marco de circunstancias cabe preguntarnos:
¿Quién controlará el poder en esta ocasión?
En épocas tribales el mayor poder lo detentaban los hechiceros de la tribu, pues eran los que dominaban el conocimiento de la época. En otros momentos de la Historia han sido los militares, el clero (curiosamente en tiempos en que también era custodio de los conocimientos del momento), los comerciantes, los banqueros ... tal vez a veces los políticos ... Pero ahora las cosas han cambiado y quizás de alguna forma volvamos a nuestros orígenes. Esta vez el poder estará en manos de quienes posean la información y sean capaces de utilizarla inteligentemente.
La Sociedad Post-Capitalista es la Sociedad de la Información y el Conocimiento. Aquellos que sepan aprovecharlo (empresas, países, instituciones o personas) serán quienes detenten el poder fáctico, al menos probablemente durante los próximos doscientos años.
Los medios de producción (la tierra y el capital, visto este como las herramientas utilizadas para producir bienes y servicios destinados al consumo) son ahora principalmente de propiedad privada. La economía y los mercados están organizados en función de la interacción entre compradores y vendedores, sean productores o intermediarios. Tanto los propietarios de la tierra y el capital como los trabajadores son libres y buscan maximizar su bienestar, intentando aprovechar al máximo sus recursos (en el caso de los trabajadores, su propio trabajo visto como recurso). Los consumidores son libres de gastar a discrección sus ingresos para lograr la mayor satisfacción posible (soberanía del consumidor). Por esa razón y para defender sus intereses tratando de maximizar sus beneficios, en un sistema capitalista la competencia forzará a los productores a satisfacer la demanda de los consumidores.
Bajo el sistema capitalista el sector público ejerce un mínimo control del sector privado, asumiendo que mientras exista competencia la actividad económica se autoregulará. El gobierno sólo se encargará de asegurar la defensa nacional, el respeto a la propiedad privada y el cumplimiento de los contratos.
Los viejos "ismos" se han derrumbado a lo largo de los últimos años o están en proceso de derrumbarse. Probablemente la actual crisis da la razón a Drucker, y de ser así, ¿que cambios nos esperan?. Mientras las diferentes regiones de Europa sigan mirándose el ombligo e ignorando esta realidad, corren el riesgo de perder el tren de la Historia y quedarse ancladas a un pasado tribal o cuando menos feudal. Los nacionalismos son prueba de ello. Todos los viejos "ismos" pronto serán cosa del pasado y como es natural en toda crisis, sólo sobrevivirán los más aptos. Al igual que en 1492 el centro del mundo comenzó a trasladarse del Mediterráneo al Atlántico, cinco siglos después ha comenzado a trasladarse del Atlántico al Pacífico. A este paso, Europa corre el severo riesgo de convertirse en la periferia del Mundo, un gran proyecto para una nación que hubiese asegurado el bienestar de sus ciudadanos pero que puede perder su oportunidad de futuro en diatribas internas, burocracia y mala administración.
Si nuestros dirigentes no corrigen el rumbo ahora, es muy probable que Europa sea el Tercer Mundo del futuro, con una población avejentada, cada vez más escasa e incapaz de mantenerse competitiva y por ende se perdería el estado de bienestar ciudadano del que tanto nos preciamos. Y no sería la primera vez en la Historia en que ocurriera algo parecido.
Muy de acuerdo contigo Enrique. Saludos
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